La historia no se repite, pero rima.
Mark Twain
Dicen que no tenía una gran voz,
pero que estremecía su manera de cantar. Sus caídas de ojos eran célebres y su
imagen de mujer fatal finalizaba en unas piernas perfectas, que llegaron a
ser aseguradas en un millón de dólares de la época. Marlene Dietrich fue el
fruto de una sociedad que se gestó en Berlín luego de la Gran Guerra. El Berlín
de la libertad, del desenfreno, del Music Hall y del cabaret. Allí estaba todo
permitido, no se querían repetir viejos errores, aunque vaya si los repitieron.