Sigo abusando de la gentileza del loco Viezzoli |
El 7 de octubre de 1992
parecía una quimera. “Mire, mire que locura/ mire, mire que emoción/ esta noche
toca Richards / el año que viene tocan
los Stones”. Cuarenta y cinco mil testigos en Vélez quizás vaticinaban, o
quizás pedían a grito cantado, que terminaran tantos años de espera. Tres
décadas separaban a los argentinos de poder ver en vivo y en el país a “las
majestades satánicas”. Era 1992, tenía 25 años y Keith Richards and The
X-pensive Winos era un aperitivo que en mi caso, aguardaba desde los quince. “Time
is on my side”, “happy”, “Gimme shelter”, “Before they make me run” y el bis
final de “Connection” confirmaban que un Stone había tocado en el país. Con el
final, nuevamente el grito que sólo se equivocó un año, porque finalmente
tardaron dos. Pero teniendo en cuenta como se equivocan siempre las masas, era
un error soportable.