“Los secretos más grandes se ocultan siempre en los lugares más inverosímiles”.
Roald Dahl, escritor.
Si bien nos sentimos seres únicos, cada una de nuestras vidas vienen precedidas por un par de generaciones de antepasados y algunos familiares vivos. Eso no significa que sí o sí nos condicionen en nuestro derrotero particular pero como seres sociables, somos un eslabón en la cadena familiar y social. Pertenecemos a una familia que generalmente existe antes de que lleguemos al mundo, se mantiene durante nuestra presencia y continuará existiendo después nuestro. Ese marco que nos habita y nos brinda contenidos denominados experiencias o vivencias, a veces nos condiciona u obliga a mantener silencio sobre diversas circunstancias que nos pueda generar traumas o conflictos, y en el peor de los casos, secretos que nos dan entidad familiar a lo largo del tiempo. Tranquilidad a mi familia, escribiré sobre secretos familiares que creo que no me comprenden, a no ser que de tanto secretismo, se hayan olvidado de participarme.
Se dice que todas las familias guardan
un secreto. Particularmente no lo creo. Pero sí, que todo lo que salga de la
norma legal se presta al secreto. Y existen problemas que siguen siendo tabú
aunque hoy digamos que las cosas se hablen con más libertad. Y los aspectos
dolorosos si se esconden se acaban reprimiendo, archivando el secreto en el inconsciente
pensando que es la mejor forma de protección. Si bien no todos los secretos son
nocivos ni traumáticos, es en la privacidad donde uno puede hallar remedo para
la intimidad esencial del ser humano. El
pudor mantiene nuestros limites más íntimos.
La familia es una entidad superior a
la suma de sus partes, su interrelación institucional si es inmadura no ha de
permitir que ante un conflicto de importancia, cada componente se aparte
desarrollando su propia identidad de manera sólida. La totalidad de mi realidad
se verá influenciada por la familia, su pasado, estructura, pensamiento consciente,
el inconsciente y el vinculo de varias generaciones que tal vez, ni se hayan
conocido. En este caso, todos los miembros de una familia conocen el secreto y
lo sostienen, aun en el caso que las nuevas generaciones no comprendan la gravedad
que llevó a alguno de sus antepasados a convertirle en secreto. Psicológicamente
está demostrado que un secreto se puede reproducir a través de las generaciones
como si se tratara del secreto de sus vidas. Muchos componentes familiares
seguramente hubieran deseado vivir una vida completamente distinta a la que vivieron
al sostener una especie de secreto o represión conjunta.
Un secreto necesita del engaño en forma
permanente así como del recurso de las evasivas para protegerse. Los secretos
salen por distintos medios, ya sea por la falta de presencia o distancia emocional
que impide resolver los temas del pasado y los conflictos que generen en el
presente. Se convierten en campo de cultivo de conductas obsesivas y compulsivas
por que lo que un antepasado ha callado, lo que tarde o temprano se tiende a
expresar en voces, gestos o actitudes en sus descendientes. Son variadas las
formas: accidentes, enfermedades, sueños o pesadillas, lapsus, decisiones
importantes, vocaciones, represiones, elecciones de pareja. Se materializan de diversas
maneras, destacando el término que acuñó Carl Jung -al tomar de Nietzsche- y denominándolo
como “sombra”.
La sombra es la parte velada de
nosotros que alberga nuestros secretos, el famoso lado oscuro, que se asemeja
al concepto de inconsciente formulado por Sigmund Freud. Aquello escondido que
determina la vida y los actos de las personas. Según Jung la sombre se puede
evidenciar en momentos específicos tales como la elección de la pareja, la
llegada del primer hijo con sus proyecciones y en situaciones de violencia. La
sombra familiar, por su parte, engloba a todos aquellos sentimientos o hechos
que la conciencia de la familia ha considerado amenazador para su propia
imagen, por lo que instintivamente lo rechaza, ocultándolo. La sombra es un
secreto “repetido” que en el peor de los casos puede arrojar conductas
abusivas, elecciones equivocadas o indiferencia de algunos de sus integrantes,
abandonando el ámbito familiar.
Si bien es un convencionalismo siempre
vigente, no debemos insistir en mostrar las mejores ropas para una cara social
ideal. Todos guardamos secretos, forman parte de nuestras vidas y relaciones.
Seguiremos guardando en secretos pequeños sentimientos de vergüenza propia o
ajena que no nos permitimos contarle a nadie o a muy pocos. La estructura del arte necesita del conflicto irresuelto
y la contradicción para seguir movilizándonos a la creación, lectura, pintura o
escultura. En el camino de la vida la aspiración será la maduración y el
autodescubrimiento para poder afrontar el legado de ese arcón familiar, tantas
veces con aspectos sombríos pero otras tantas, luminosos. En mi caso y es de
esperar, en el de la mayoría, el legado y afecto recibido por mis padres, familiares
y referencias de abuelos a ambos lados del océano me ha permitido no sabotear aspectos
importantes de mi vida, aunque todos tengamos flecos que encarar o en saber
disimular los que no se logran cambiar…
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