“El matrimonio es la principal causa
del divorcio”.
Groucho Marx
El matrimonio es la puesta en escena
de gran parte de la actividad comunitaria de un ser humano. Detrás de un ideal,
sentimiento, pasión, arrebato u otras energías intempestivas, las personas se
conocen, gustan, coinciden, enamoran y deciden formar familias que les permitan
mejorar su condición de vida. Se supone el trabajo en equipo por excelencia, y
hablamos de un concepto matrimonial en que las partes tienen una libertad de
decisión donde prima el enamoramiento como razón esencial para casarse. Sobre
esta base se puede construir este relato, sabemos por andaduras de la vida que
no todo matrimonio bebe de esas fuentes, pero hoy aquí me basaré en esa
condición que muchos superan, la de amarse. No toca hoy hablar de las
obligaciones si están bien o mal repartidas o aceptadas, sólo del amor, para
después divagar sobre lo que sucede cuando no hay más amor en la pareja.
La película “Historias de un
matrimonio” juega desde su título con un tema álgido que se prefiere evitar, ya
que en realidad se debería tratar de historias de un divorcio. Y es un hallazgo
porque es una historia compleja, tierna y dramática, todo al mismo tiempo. Y
tanto en la historia como en las interpretaciones se puede detectar un elemento
esencial que no suele abundar, como en la vida: la honestidad. Es un film que
trata sobre la pareja que un día se rompe, donde del amor, pasión y admiración
se puede pasar al hastío, indiferencia y hasta aversión. Pero de una manera
honesta, donde al quitarnos de emociones podemos comprender que
lamentablemente, estas cosas suceden, y cuando suceden, pueden ser inmensos
malos tragos, sobre todo cuando hay hijos -a los que se aman- de por medio.
Los personajes son cercanos, aun
cuando tomes postura decidida por uno de ellos. Y es que en la vida nos pasa
eso, a veces debemos tomar postura por uno o por otro, obligados, como si todo
lo bueno que nos permitió compartir momentos no sirvieran de nada, como si el
final de la relación de “ellos” te obligaran a cerrar puertas a alguna de esas
dos vidas. Es absurdo pero pasa, por nuestras vidas desfilan parejas de amigos,
familiares o conocidos, que al momento de torcerse se pierden. Y lo aceptamos.
Son contadas las relaciones que se sostienen a pesar de un quiebre. No se debe
demonizar ni sacralizar a ninguna de las partes y es en ese detalle, donde la
película nos permite enternecernos y ser odiosos con alguna de las partes casi
al mismo tiempo.
Por que tantas veces los amores se
rompen, se olvidan. Y no perdura el odio, a pesar de que uno de un o una ex
quiera saber bien poco. Y otro rasgo que te permite razonar la película es
como, tantas veces sin saber, podemos imponer nuestras prioridades a la pareja
o a los hijos, y esa preferencia en realidad, no es compartida. Tampoco te hace
infeliz, pero tal vez, a la larga, sea motivo para la ruptura. Es normal la
discusión entre parejas y es normal el sobresalto que conlleva escuchar en
estado de tensión algún reproche de tu par. Sorprende que te puedan reprochar
ciertas cosas que no has asumido que sucedan. Pero a la otra parte le pasan
cosas, que no se dicen, pero que en algún momento explotan. Y uno cree que son
excusas, que eso no puede ser cierto ni elemento para usar en tu contra. En
definitiva, el problema es pensar que se usa algo en nuestra contra.
Uno cambia a lo largo de una vida en
pareja. No creo que sirva de nada preguntarse que hubiera sucedido de no haber
existido el emparejamiento. Recuerdo -sobre todo en estos tiempos donde uno
debe medir hasta el pensamiento- que hablo de una situación normal, una vida
sin atropellos, abusos ni postergaciones a posta. Una relación amigable se
erosiona y tantas veces no ha pasado nada, más que el paso del tiempo que puede
hacer estragos. El paso del tiempo puede erosionar los vínculos emocionales.
Debe ser experiencia de muchos el haber sostenido una discusión y ser injusto
en más de un concepto. En esta película vemos el sufrir de ambos y la irrupción
de cosas fuertes que se dicen pero que surgen desde el despecho, sorpresa o
impotencia. De ahí que a pesar del sonado desencuentro, la sensación de que una
calidez amistosa siempre perdura, aunque solo se vea en pequeños gestos, como
el cortarle el pelo al otro o agacharse a atarle los cordones de los zapatos.
Tal vez ese sea el motivo central de la cinta, mostrar una historia de amor que
late tras una ruptura matrimonial.
Por eso al terminar de verla, decidí
escribir sobre ella, porque el contrasentido es una de las mejores armas para
definir historias de vida. En el amor, como en casi todos los órdenes de nuestra
existencia, el corazón late no solo como forma de energía personal, sino
también revolucionado por ideales, convicciones o encantamientos. Tantas veces
llamamos amor o pasión a adoraciones desmedidas. La pasión puede degenerar en
desencanto, desengaño y también en odio y furia. El resentimiento es otra forma
de pasión. Somos animales a expensas de los desarreglos de nuestras pasiones o
pulsiones. Idealizamos el presente y debemos borrar el pasado cuando el futuro
no tiene remedio. No es solo una película
sobre el amor que se pierde, es una posibilidad de comprender que muchas cosas
se pierden pero debemos seguir enteros, sin mimetizarnos en otros decorados.
Somos lo que somos, y somos mejorables.
Por eso la situación es familiar,
porque lo podemos extrapolar a tantos sentimientos vividos. En cuanto a las
parejas, todas transitan esquivando baches, pero muchas sucumben en el hoyo
insalvable que destruye la dirección de un recorrido en común. A veces
necesitamos venganza o compensación ante el propio dolor. Y la película lo
grafica de maravillas, esa venganza destinada a la persona amada es en realidad
un boomerang que se le intenta arrojar a la vida, al mundo que parece
perfectamente diseñado para encandilarte con una realidad virtual de ensueño y
que termina siendo el árido terreno donde el amor no puede triunfar de ninguna
manera. Es así como una recomendación sincera termina en un abogado para hacer
del problema la solución más amistosa posible y la historia deja de ser tuya,
es del estereotipo y de lo que quieran diseñar los abogados. Y es entonces
cuando le hacemos una putada no deseada a la persona que hasta ayer dormía a
nuestro lado.
Negociar una separación deja de ser un
acto genuino. Tantas veces no permiten a los actores repasar como se formó la
pareja, los tiempos felices de proyección, acompañamiento, ardor interno y
objetivos que se cumplen, para transitar un camino duro como es el final, pero
que pueden ser de reinvención necesaria para las partes. El final parece ligado
a la dolorosa e impúdica legalidad de la industria de la separación que hace
añicos la grieta que pueda quedar de ese amor que vehiculó la unión y la
relación, convirtiéndola en escalada. Es verdad que la legislación existe
porque hay partes que no las cumplen, y hacia allí están dirigidos muchos
activismos o campañas. Pero hablo de esas situaciones cotidianas donde no hay
manipulación, violencia, dominio por dominio y simplemente diferencias de carácter, estilos, educación o talante. Es en este film donde puedo apreciar el
reproche con furia pero en realidad, con la melancolía de haber perdido al
otro, por no saber que la otra parte se sentía incompleta.
Las dinámicas familiares también está
signada por comportamientos pasivos agresivos que las erosionan. Solemos
lastimar a la persona que queremos, la confianza da asco, se justifican. Y las
rupturas muchas veces son actos de abnegación, muy en contrario a lo que el
corazón quiere. A veces lo fastidiamos todo con el egoísmo, ego, gustos o
personalidad. Hay dos lados en un divorcio y a través del director Noah
Baumbach nos mapea dos personalidades que en un momento de desesperación pueden
juramentarse que es un castigo tener que conocerse por el resto de sus vidas.
Habrá que ver la película para conocer interpretaciones majestuosas o
tratamientos estereotipados donde la madre no es mujer sino que solo debe ser
madre. Pero estos conflictos están muy en boga y hay material en abundancia. Lo
que querría destacar es como a través del arte podemos comprender sin enojos ni
conatos de manipulación o dominio, que las personas simplemente, a veces se
fallan…
No hay comentarios:
Publicar un comentario