"Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las
necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje
engañar".
El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo.
En el momento que nos toca vivir una
situación conflictiva donde la estabilidad emocional prima por sobre las
convicciones, podemos llegar a sentir que no es posible que nos esté sucediendo
algo así, negando las posibles causas que llevaron a esa posición. Como
contrapartida, cuando todo nos va rodado, haya o no haya sido planificado,
nuestra estabilidad emocional dará esta situación por cierta o lógica, solo
porque nuestras emociones estarán controladas o apaciguadas. Este ejemplo,
trasladado a las coyunturas conflictivas y el manejo de sus emociones que
afectan a la sociedad entera, pueden darnos una idea cierta del valor de una
palabra que se ha hecho famosa y estandarte de la manipulación: posverdad o
postverdad.
La apariencia de los hechos es más
relevante que el hecho en sí, por eso el mundo observa aledado, que todo
análisis no resiste la unificación de un criterio, estamos atravesando un
delicado momento donde la perspectiva padece estrabismo, ya que todo lo que uno
ve sufre de inmediato de su negación correspondiente, para dar paso a una
interpretación totalmente distinta. El problema de la importancia de esta post
verdad tan utilizada, es que las diversas interpretaciones de los hechos, hoy
están basadas en la mentira como principal argumento.
El juicio que nos puede aportar
aquellos observadores que saben que la mentira es uno de nuestros principales
recursos es ese, la mentira va acompañada a nuestros actos desde que somos
raza. El concepto post verdad tiene la contundencia de dejarnos claro que, por
una serie de fenómenos recientes, estamos frente a una realidad virtual casi
permanente que nos hace dudar que la realidad exista. Un ejemplo claro es la
doble vida que nos permite sobrellevar el uso de internet con sus redes
sociales. Esa doble vida nos permite vivir la realidad y lo virtual,
mezclándose continuamente. Y observando un foro cualquiera o un comentario, nos
damos cuenta que la falsedad reconduce casi en el acto toda intención de
mantener una discusión dialéctica. Las personas que se posesionan en la
contemplación y en la escucha de ambas partes, se darán cuenta que, a pesar de
estar ante un hecho plagado de inexactitudes, existen porcentajes donde unos
dicen parte de verdad y parte de mentira. Se complicó ese concepto de tener
intuición, de tener ese sexto sentido que a algunos había hecho famoso o
experto.
La doble vida de las redes no es que
sea un acto original, generado por la existencia de las redes. El hombre ya
estaba acostumbrado a la mentira de las dobles vidas, el problema que acelera
internet es precisamente la velocidad con lo que una mentira o media verdad
trasciende. Ya nada se contrasta, si hablamos de los anónimos (nosotros, los de
a pie), salimos a confirmar algo que le escuchamos al vecino y lo damos por
hecho sin corroborar, y lo propagamos de inmediato a nuestro círculo cercano,
sea amplio o reducido. Este fenómeno también lo desarrollan los medios de
comunicación, que en un punto se han convertido en medios de entretenimiento,
ya que prefieren dar por válido un rumor sin confirmar, y publicarlo de
inmediato para que circule y ya nadie pueda parar esa vorágine para comprobar
su exactitud. Vivimos en una sociedad que está privilegiando la rapidez antes
que la precisión. Y nos estamos volviendo locos, salvo aquellos que le dieron a
la post verdad contenido de comedia, de entretenimiento.
Las cosas se complican cuando se tiene
la presunción que ya no interesa que haya una validación de los mensajes.
Estamos atrapados entre la verdad y la mentira, entre los hechos y los rumores,
entre lo que sucedió o se inventa, entre una mayoría terriblemente desinformada
o desorientada -y sin capacidad de razonar- y una pequeña mayoría informada,
que, ante la velocidad del trascendido, prefiere retirarse para no ser el agua
fiesta del rumor desmentido, o ser llamado mentiroso por el simple ejercicio de
propiciar un razonamiento. Se tiene casi la certeza que la sociedad ha adoptado
la costumbre de seguir fascinada y como entretenimiento la apariencia de las
cosas, sin necesidad alguna de descubrirla o de refutarla. Se adora la
viralidad, confirmando aquel viejo proverbio que “una mentira contada
suficientes veces se ha de convertir en verdad”.
La pérdida de confianza que tenemos
ante nuestras sociedades también fogoneó el desarrollo de la post verdad. La
autoridad que suponíamos que emanaba de nuestros legisladores o comunicadores
está en entredicho de manera tan filosa, que es más parecido a una estocada que
deja herido de gravedad. No podemos creerle a nadie, estamos parados frente a
los manejos de la realidad sin el velo que antes nos protegía, que nos podía
generar admiración o referencia hacia alguien. Lo que lo ha reemplazado es la
rapidez del fanatismo o corporativismo, la ceguera que obedece sin cuestionar,
sin rechistar, sin dudar, sin detenerse, aunque este comprobando que la mentira
campa en el discurso. La libertad de opinión es un juguete roto que está
afectando la viabilidad que le podía quedar a las democracias.
Post verdad fue elegida palabra del
año 2016 por el diccionario Oxford. Para este 2017 la cosa pinta algo peor,
porque “fake news” fue escogida. Si la post verdad nos hizo dudar de vivir en
algo parecido a una realidad, la elección de la palabra de este año según el
diccionario sería “noticias falsas”, es que la presunción solo ha ido en
aumento. Ante este panorama, a algunos les sucede que se entra en pánico por no
poder comprobar cuál es la noticia correcta. Internet nos brinda un servicio
alucinante, cada uno puede encontrar con un click la noticia desde el punto de
vista que le cuadre. Leemos todo aquello que confirme nuestras sensaciones o
afiliaciones. Por eso post verdad era la palabra que prefería disimular o
maquillar la palabra mentira. Porque es difícil llamar a uno mentiroso solo por
el hecho de tener una convicción tal vez errada o ser un fanático adorador de
una militancia, de una convicción o creencia. Pero la post verdad nos enfrentó
tanto que ya en 2017 pasamos a sentir que se vive en la era de las noticias
falsas. ¿Quién resiste aguardar que palabra será escogida el próximo año?
Igual no se puede suponer que
atravesamos el difícil tránsito de la post verdad desde el año pasado. Las
preguntas sobre la verdad son la piedra filosofal de nuestra existencia, y más
de un pensador decidió claudicar ante tan difícil consigna. La verdad depende
de varios puntos de vista, aunque el autoritario se empecine en asegurar que la
verdad es una sola. La búsqueda de la verdad está condicionada por nuestros
sentimientos y emociones, y hoy el enojo, ignorancia, desidia, falta de
motivación y convicción pueden ser parte de la causa de no distinguir
claramente donde se posesiona la verdad o el verdadero coste a pagar por
reconocerla.
La verdadera revolución a afrontar
finalmente en estos tiempos de mentira o manipulación sistemática es la de
optar por conocer u ofrecer la verdad. La falsedad y el rumor enmascaran lo que
verdaderamente deberíamos proteger: la auto verdad, ya que, por formar parte
del sistema, tantas veces hemos hecho acopio de la falsedad o tergiversamos
para proteger nuestros oficios o actos. Tantas veces hemos concluido en que la
verdad no importa y que en tiempos de web 2.0, las palabras de Umberto Eco
tengan dolorosa vigencia: “Las redes sociales le han dado derecho de hablar a
legiones de idiotas”, lo que podría resumirse en que la post verdad es apenas
la masividad que está atizando a la mentira. Y el problema que nos aqueja a los
habitantes de este planeta, es que a las noticias no las sostienen más los
hechos, sino la rabia, ira, envidia, odio o desprecio que nos genera vivir en
un estado de permanente confusión. Para contrarrestar esta post verdad y
enfrentar a la mentira eterna, debemos manejar nuestras emociones. Y quiero
tener la sospecha de que la palabra del año próximo del diccionario Oxford
pueda estar vinculada a que más da lo que puedan decir los demás, si intentamos
confrontar recuperando un concepto similar a juicio o fundamento…
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