Albert Einstein
¿Qué es lo primero que tienes en
cuenta a la hora de preparar la maleta para un viaje, ya sea ocasional o
vacacional? ¿El pasaporte?, ¿dinero suficiente o tarjetas de créditos varias?, ¿El
traje de baño?, ¿Un buen libro para matar las horas muertas?, ¿la cantidad de
mudas de ropa interior?, parece que los hábitos han cambiado, y mucho. Sin
temor a equivocarme, son dos o tres los temores básicos principales a la hora
de encarar el armado del equipaje: el cargador del móvil, la batería portátil
para cargar el móvil cuando estamos fuera y suficiente lugar para la tableta u
ordenador portátil en la maleta de mano.
¿Qué condiciones son fundamentales
para decidirnos a tomar rentada una casa, departamento o habitación de hotel?
El precio, desde ya. Las comodidades siguen siendo muy consideradas al momento
de decidirse. El estacionamiento suele ser fundamental, ya que hay ciudades turísticas
que para poder aparcar, se contradicen con sus eslóganes comerciales de placer
y calidad de vida al recorrer sus calles, y llegas totalmente alterado a la
primera línea de la playa o a tu recorrido turístico, porque debiste dejar
aparcado el coche a más de dos mil metros del objetivo, o lo estacionaste en la
misma calle pero en ese parking donde el tic tac del reloj que corre se asemeja
cada vez más a una bomba de tiempo a tu bolsillo. Pero retomando el tema, una
de las cosas que todos consideramos al momento de elegir el lugar donde descansar
mientras vacacionamos es que tenga wifi; y en lo posible, gratis - hoy en día
suelen ser pocos los que lo cobran. Pero recuerden lo que nos cobraban en su
momento.
¿Qué le pedimos con premura a la
persona que nos hace el check-in en el hospedaje? ¿O si se trata de un amigo
que nos abre la puerta de su casa? La contraseña del wifi: en realidad lo
primero que hacemos es pedirle que nos confirme su nombre de usuario, ya que a
escasos metros de ingresar en su casa, solemos buscar entre las señales de wifi
a aquella que nos permita suponer que se trata del usuario de nuestro conocido.
En el caso de los departamentos arrendados u hoteles, el nombre de usuario y
contraseña se ha convertido en tal necesidad, que viene debidamente explicado
en una hoja en el interior de la habitación. Y tanta gente que antes se
dedicaba los primeros cinco minutos a recorrer las instalaciones contratadas
para sentirse congraciados con la inversión realizada, ahora ya no espía si el
baño está perfectamente aseado, si tiene secador de pelo, si hay suficientes
toallas y si tienen buen aspecto y olor, o si es o no una habitación luminosa y
amplia. Ya lo vimos antes por las fotos que ha colgado la página donde
contratamos. Ahora lo primordial es comprobar la conexión a internet, no sea
cosa que pasemos unas vacaciones horrendas, a causa de la lentitud de acceso y
navegación a internet. Si esto se les parece una entrada graciosa, piensen por
un instante, si para algunos no es más que la triste realidad de los nuevos
hábitos y necesidades.
Y nos movemos por la vida con lo más
ligero, moderno y complejo en materia de comunicaciones. Hay hoteles donde te
piden descargar una aplicación que te permite luego recibir -virtualmente- la
llave que te permitirá el acceso al hotel y a tu habitación. Sin dudas, es de
vital importancia para el caso de arribar a los lugares a horarios atípicos,
como los de la madrugada. Se acabaron esas alocadas carreras para llegar al
hotel antes que se cierre el horario de atención. Finalizó esa cruel
incertidumbre y nervios de llegar de madrugada a una recepción y temer que el
personal nocturno no esté igual de capacitado que aquel que nos recepciona
durante el día. Por suerte, ya no tememos por aquella situación tan incómoda de
tener que tocar el timbre durante minutos y comprobar que nadie acude a
recibirte. Ahora llevamos en el móvil o hemos tramitado de antemano por
internet o correo electrónico, el numero de código que abrirá a cualquier hora
del día, las diversas puertas de nuestro lugar de descanso.
Y cómo todos queremos mostrarnos
como habituales deportistas en ese mes de vacaciones, no pueden faltar los
auriculares para la buena música y el reloj de última generación, que nos
permita lucirnos a la hora de emprender la actividad deportiva. Es de extrema
importancia para nuestra efectiva vanidad, tener al instante información sobre
metros, kilómetros, velocidades, pulsaciones y calorías consumidas en nuestro
accionar. Casi importa más que el hecho de salir a correr. Y qué decir si el
reloj esconde una variada tecnología, que por el tiempo que trotemos por las
calles o arenas veraniegas nos hemos de sentir Usain Bolt, ya que nuestro reloj
además de cronómetro tendrá wifi, bluethooth, NFC -comunicación instantánea de
datos- , posibilidad de notificaciones y tendrá una conexión fundamental,
aquella que permita lucir en facebook que somos excelsos deportistas. Cada día
somos más veloces, tenemos más control sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra
salud. Pero tenemos más obsesión de no sentirnos tan a gusto porque las
aplicaciones te condicionan a mejorar permanentemente.
Y ahora por suerte, tenemos un
completo control sobre nuestras vacaciones. Ya podemos dejar descansar a
nuestra tía favorita, porque no tiene necesidad de hacer a diario la cruz de
ceniza para ahuyentar la posibilidad de esa tediosa lluvia que arruina nuestros
planes. O dejamos descansar a ese familiar o amigo al que le acompaña
eternamente la condición de mufa o yeta, porque su arribo siempre coincidía con
el mal tiempo o lluvia. Ahora todos viajamos con tecnología precisa que nos
permite tener un meteorólogo dentro. En la vida, todos sabemos de fútbol, de
política, de sexo y de cuando ha de cambiar el tiempo o como vendrá el fin de
semana. Ahora buscamos las predicciones meteorológicas más precisas, en varios
idiomas, a nivel hiperlocal y que incluya predicciones de
lluvia minuto a minuto durante las siguientes horas. Cuantos planes hemos visto
modificar el lunes anterior al domingo siguiente programado, porque el tiempo
habrá de ser malísimo. Nadie valora la importancia de saber seis días antes
como ha de estar el tiempo para gestionar o cancelar planes. Para muchos debe ser
reparador ese dato, tan reparador que parecen todo el tiempo estresados.
Y que importante que resulta el GPS.
Ya nadie duda que es parte importante de nuestras vacaciones. Se acabó el
confiar en aquella persona que sobresale por su capacidad de orientación para
llegar a destino. Ya no nos enoja la palabra "recalculando", pero si
nos enoja si nuestro acompañante real se equivoca en la apreciación al momento
de encarar una de las salidas de la rotonda, nos suelen fulminar con la mirada.
Ya nadie se preocupa por cargar un mapa de rutas en el coche. Hay una
personita, a la que se le puede elegir el idioma para que te hable, que te
habrá de llevar al lugar escogido. Y tiene un sinfín de aplicaciones que te
harán más llevadero el viaje. No existe algo tan relajante como saber a qué
hora habrás de llegar a destino. Y ese estado de bienestar interior como se
suele modificar agresivamente - tanto en el carácter como en el modo de
conducir- cuando por diversas circunstancias el horario de arribo se va
retrasando en el monitor del GPS. Y las bondades del GPS son tan extremas en
carácter de seguridad que te brindan la información precisa de radares tanto
fijos como móviles, lo que te facilita el relajarte para poder subir a tu
antojo la velocidad de ruta al extremo de que con un solo gong sabes que debes
bajar la velocidad adquirida para mostrarte como un ciudadano ejemplar a la
hora de pasar frente al radar de turno. Somos increíbles en el uso tecnológico.
Y en materia de literatura, ahora
podemos arrastrar centenares de libros en nuestros viajes sin lastrar la
capacidad del equipaje de mano o el que se despacha. Lucimos eReader donde
acumulamos más de doscientos títulos a leer. Es increíble el nivel de avance
que adquirimos. Luego la mayoría se contenta con leer cincuenta o cien páginas
de un sólo título, porque con tanta tecnología a nuestra disposición, tantas
veces da pereza perder el tiempo simplemente leyendo una única lectura. Entonces
en las playas, los avezados lectores se encienden al reconocer a personalidades
como Javier Marías, Andrés Trapiello, Cesar Aira, Martín Amis o el que usted
prefiera, en las conversaciones de turno. Se encienden para decir muy sueltos
de cuerpo, que en el interior de su eReader o eBooks tienen algún título de ese
autor - porque no suelen recordar casi en el acto mismo de escuchar su nombre como
se llamaba- pero saben en su interior que nunca habrán de leerlo. Porque con la
tecnología de turno podemos presumir de ser intelectuales casi casi sin la
necesidad de ejercitarlo para serlo. Y con un poco de suerte, nuestro vecino de
carpa nos podrá traspasar treinta títulos más para que podamos lucir en
nuestras conversaciones. Conversaciones que irán de tenerlo pero nunca de haberlo
leído o de entenderlo.
Y qué decir del salvador Pendrive o
de las aplicaciones como Dropbox o Instagram que nos permitirán acumular sin
tensiones esas incalculables fotografías o videos que nunca habremos de ver, y
que si vemos será más que nada para fastidiarle la velada a algún familiar o
amigo al que le haremos la encerrona de invitarlo a comer para luego, sin
anestesia, contarle casi en tiempo real los alcances de esas que de tan
inolvidables vacaciones, nos solemos olvidar al cabo de un mes. Ya no podemos
salir sin un pendrive de nuestra casa, se ha convertido en un valor
imprescindible para orientar nuestras jornadas. Infinidad de documentos o
archivos nos esperan en las calles como para correr el riesgo de no tener uno
en nuestra cartera o guantera del coche. Por suerte también viajamos con varias
tarjetas de memoria del teléfono móvil o cámara digital, no sea cosa que no
tengamos memoria residual para guardar las cinco o seis tomas que sacamos de
cada foto que disparamos cada cinco o seis segundos.
Y tenemos skype tanto en el móvil
como en el portátil o tableta. Ya que no es justo que nuestros conocidos no
puedan ver las bellezas que nosotros estamos disfrutando, o lo cristalina de
las aguas donde reposan nuestros pies o como suda la copa con nuestra bebida
espirituosa en esa terracita de ensueño donde hemos parado por quinta vez en nuestra
jornada sin respiro. Somos solidarios con la desgracia ajena, y al menos
intentamos compensarlos haciéndolos participes de nuestra dicha. Por eso si
estamos en el Camp nou, nos conectamos al instante con el mundo para que sepan
que estamos a escasa distancia del inminente gol de Messi, para que los demás
lo puedan disfrutar a través tuyo, o para que se jodan por no tener nuestra
suerte. La tecnología no logra distinguir si lo hacemos por dadivosos o por
puro presumidos.
Y las vacaciones estarán llegando a
su fin cuando menos te lo esperes. No importa, no nos ha de condicionar que se
terminen. Vivimos en un extremo donde a veces da la sensación que vacacionamos
o conocemos sitios no para disfrutarlos en el momento, sino para almacenarnos
en nuestras memorias tecnológicas. Porque además de toda aquella tecnología
imprescindible para nuestras vacaciones, nos espera adquirir al regreso alguna
memoria externa que nos permita hacer un back up de nuestra estadía. En esa
memoria externa habremos de acumular memoria activa que será pasiva en el mismo
momento que termine de cargar. Y por las dudas, en breve deberíamos comprar
otra memoria externa por si falla la primera o la segunda. La opción de la nube
se constituye en otra alternativa, tenemos la necesidad de acumular en todas
las direcciones. No sea cosa que nuestras vacaciones se pierdan por culpa de
una tecnología que se dañe o que en definitiva ha dañado el disfrute en tiempo
real de nuestro merecido descanso físico, mental y comunicacional....
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