"Cinco minutos bastan para
soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo."
Mario Benedetti
Sobre la mesa de la sala reposan
varios portarretratos. En uno de ellos están mis padres conmigo, un par de
semanas antes de venir a vivir al País Vasco. Era la noche de mi cumpleaños treinta
y cinco. Es sin dudas una buena fotografía, un excelente recuerdo, pero
disfraza el contexto. La gente que conoce a mi madre a través de la foto,
presume que es una buena mujer, cariñosa, que es inocente hasta en el reír, que
sus manos entrelazadas con las mías trasmiten amor eterno y que en ese momento
era sumamente feliz. Casi todo en la foto se acomoda con la realidad, salvo lo
relativo a la dicha. Ella ya estaba transitando el dolor de dejar de estar
cerca mío y regaló a la eternidad una sonrisa que en ese momento no tenía.
Quizás era el gesto del recuerdo. Más de una vez quiero regresar al momento de
esa foto, para compensarle y refugiarme.
Tengo otra donde mis padres sostienen
a un bebé grandote que vengo a ser yo. Es la única foto que conservo de mi
viejo en traje de vestir. Siempre me pareció una persona elegante, su
prestancia me permitió comprender lo difícil que es llevar esa vestimenta y lo
maravilloso que para algunas personas, sea esa la prenda que le estaba
aguardando en la vida. Y el cabello mojado, peinado en ondas. En eso me rebelé,
nunca simpaticé con el bucle que instalaba el agua y el peine en mi melena. Pero
a mi padre le quedaba bien, demasiado serio para mi gusto, pero con un estilo
bien particular, tan buen mozo. Tantas veces he visto a mi viejo entre los
personajes de la serie Mad Men.
La vida es una carrera contra el
reloj. Tantas veces sentimos que no disponemos de tiempo suficiente. Y otras
tantas, podemos pasar un lapso sin movimientos, como si sobrara, como si
aburriera. Las dos sensaciones acompañan a la misma persona y nos hace dudar
sobre el concepto del tiempo. El tiempo también se instala en nuestros cuerpos,
nos muestra con exultación o crudeza nuestras fuerzas, nuestros estados de
ánimo, nuestras fases del ciclo vital. El ciclo también habita en nuestros
cerebros, la mejor manera de comprobarlo es al tomar distancia, darnos cuenta
de cómo pensábamos en diferentes etapas.
Un niño quiere quemar etapas, anhela
ser raudo futuro. Un anciano a veces necesita impedir que el futuro que se
desboca lo convierta en pasado más que en presente. Una persona cercana a la
madurez tantas veces quiere que todo siga así eternamente. Hay un día en
nuestro desarrollo que cambia la noción del tiempo, se acelera a la par que
envejecemos. El tiempo de correr, de derrochar agilidad deja paso al confort de
regular, y este a la cadencia, al mirar donde se pisa, el observar lo que se va
dejando, el estar conforme por no haber corrido sin fundamento. Y el reloj es
igual para todos, pero no el tiempo. Parece contener distintas agujas, un
segundo puede ser crucial para alguien que antes lo subestimaba.
El tiempo debería ser siempre igual,
pero un debate entre un nostálgico y un histérico podría arrojar divergencias
irreconciliables. El alterado sentirá que el tiempo ha fluido de sus manos sin influir,
sin tiempo a explicarlo, sin posibilidad de aprovecharlo, con el desagrado que
no se lo regresen. Al melancólico su afán existencialista limitará el tiempo de
exposición, pero igual no ha de apurarse, no le gusta que le apuren. Los
suspiros o el lento respirar le permitirán detener el tiempo de su exposición
personal. Virulencia o cadencia deben convivir en fracciones de segundos,
minutos, horas, años o décadas de misma duración. Pero unos y otros se regirán
por patrones distintos de espacio.
Una buena lectura nos permite ralentizar
todo, el único movimiento gozado es el hojear las páginas. Un buen momento es
necesidad de que sea eterno recuerdo pero no nos acordamos hasta que sea el
momento de que surja otro momento similar. Una película es intensa para algunos
y aburrida para otros. Un coche de alta gama nos dice que el tiempo fue creado
para desafiarlo, con apenas tiempo para desacelerar ante el radar cercano. Para
otros, pasar la tarde del sábado lavando el coche viejo es la mejor manera de
pasar el tiempo. Esa comida desbocada detiene el tiempo de nuestros jugos
gástricos. Está el que no puede sentarse a comer porque no dispone de tiempo. O
el otro que daría todo por seguir sentado en la terraza disfrutando la
sobremesa. El que se droga necesita ver otra realidad al mismo tiempo que
esconde el vacío de ese tiempo. El azar es un desafío para el jugador, quiere
ver a toda costa las cartas a riesgo de perder todo y quedarse indefenso en el
tiempo.
Platón aseguraba que "el tiempo
es una imagen móvil de la eternidad". Para la RAE imagen también representa
una representación. Es de suponer que para algunos el tiempo será una
representación estática y eterna. Pero el tiempo está sujeto a cambios, por lo
que parece ser subjetivo lo del estatismo. Llevo casi dos horas tratando de
expresar porque siento necesidad de escribir sobre la ralentización del tiempo.
Escribo y borro, ya no tengo tan claro cuánto tiempo más me llevará este
desvarío. Creo que el tiempo de este renglón ya no representa el tiempo del
párrafo anterior.
Es llamativo que lo único que se
puede experimentar es el presente. Lo demás, solo podemos recordar, extrañar,
imaginar o avizorar. Entonces, ¿Para qué corremos? ¿Para qué deseamos nuevos
tiempos? ¿Porqué necesitamos capturar el presente si en segundos llegará otro y
otro y otro?
Es un "tiempo de cambios",
el eterno juramento que la humanidad utiliza para adentrarse en nuevos desafíos.
Es "repetir los mismos errores" para otros que sostienen que todo
tiempo pasado fue el mejor. El paso del tiempo deja marcas, aunque el photoshop
se proponga retocarlas. El tiempo existió antes que nosotros, pero a veces nos
carcome que vaya a seguir existiendo sin contar con nuestra presencia. Para los
mortales todo conlleva un valor de azaroso e irrecuperable. Pero la sonrisa de
mi madre en esa foto será inmortal, lo mismo que la raya bien planchada de su
traje para mi padre. Esta entrada llena de dudas quizás perdure a mi existencia,
y para algunos sea motivo de detener el tiempo en forma de reflexión. Y puede
ser también, que muchas sostengan que soy una máquina de perder el tiempo...
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