“El hombre es un aprendiz; el dolor es su eterno maestro”.
Alfred De Musset
Insistimos en la importancia de la filosofía porque mantiene encendido el germen de la inquietud intelectual. Queremos conocer y comprender, no nos vale la simple curiosidad sino que nos intriga toda aquella cuestión que demore una respuesta racional. La potencia del razonamiento parece estar desaprovechada por la soberbia que minusvalora la capacidad de pensamiento o por las condiciones impuestos de instantaneidad y distracción. Pero aunque queramos solo distraernos, las dudas persisten. Y muchas de ellas lastiman. Y duelen, porque el dolor sigue siendo un tema central y salvo los momentos rutinarios de la vida, la experiencia dolorosa tarde o temprano estará presente y en ese momento, peleamos, lo superamos o claudicamos en la más absoluta de las penumbras.