“Tiene razón Freud, hay una sola sexualidad, una sola libido
– la masculina”.
Jean Baudrillard, filósofo y sociólogo francés.
Una enorme mayoría lo ejerce por
necesidad, engaño u obligación. Cuesta reconocer la confesión sobre el
ejercicio de dicha profesión u ocupación, se vive escondiendo que es lo que hace
para ganarse la vida, y tantas viven escondidas para que la mafia que las
engañó disimule que se trata simplemente de trata. La libido lleva tantas veces
a pensar que se trata de un universo de sensualidad o glamur y no decadencia,
penurias y denigración. La caratulan la profesión más vieja del mundo, y de a
poco se intenta cambiar la perspectiva, se tiende a pensar que no solo se debe
atacar la mafia que la esclaviza, sino al cliente, aquel ser misterioso que
generalmente se encuentra tan protegido y sobre estimulado para consumir
prostitución. Es una palabra en boca de todos, que reconocen consumir bien pocos,
pero como la droga y la corrupción, están presente en la idiosincrasia de las
ciudades. Las llaman entre tantas formas, putas, y existe una prostitución afín
a cada clase social existente.