“Toda la propaganda de guerra, todos
los gritos y mentiras y odio, provienen invariablemente de gente que no está
peleando”.
George Orwell
En varias oportunidades me detuve en
un concepto que encierra la enorme confusión que adoptamos al juzgar un hecho
del pasado histórico o de una sociedad contemporánea distinta a la que
pertenecemos: el etnocentrismo. Definimos así a las sociedades que se
consideran superiores a las demás, o juzgan e interpretan los hechos históricos
desde la perspectiva del presente, sin valor las condiciones del momento en que
se desarrollaron los hechos. Si nos detenemos en el etnocentrismo que erróneamente
practicamos, nos daremos cuenta de que la historia se juzga de manera errónea de
esta forma, ya que no tiene explicación desde la perspectiva de un presente.
Pero si nos encomendamos a un ejercicio supremo de tolerancia y comprensión sobre
las propias actitudes de nuestros antepasados, nos permitirá comprender que
muchas de esas conductas eran acordes al momento y aceptando de esa forma la
evolución, le asestamos un buen golpe a la xenofobia, discriminación y prejuicios
que genera dicho etnocentrismo.