“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en
monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro
de ti”.
Friedrich Nietzsche
La primera impresión que nos trasmite
el lienzo es un gran número de personas moviéndose de manera violenta en un
mínimo espacio. Con un cuidado cromatismo, contrastan los cuerpos gruesos,
carnosos y sensuales con los que Pedro Pablo Rubens siempre caracterizó a la
mujer. “Los desastres de la guerra”, pintado hacia 1637, parece ser una
alegoría sobre los horrores que desata una guerra y simboliza la lucha interior
entre fuerzas opuestas, sean de índole biológicas o morales. No es un cuadro de
contenido religioso, sino que representó a través de la carnalidad el intentar
detener a Marte, Dios de la guerra, del drama que representa la lucha,
destrucción y posterior convivencia con el horror que se genera cuando entre
iguales guerrean y solo vence la pestilencia y la hambruna. La carnalidad no ha
logrado vencer, y la carnalidad suele convertirse en el despojo invisible con
que los guerreros rematan su asquerosa faena.