“Cuanto más reflexiono sobre la cuestión, estoy cada vez más convencido que la vida es, de comienzo a fin, un fenómeno de atención”.
Henry Bergson, filósofo francés del pasado siglo.
La carrera está promediada. Los concursantes conocen las reglas, pero no las pueden cumplir, pierden tiempo. Los peores parados parecen ser los nativos digitales, que no conocen de otras experiencias. Ante el dominio de todo tipo de pantallas, la vida se convierte en una voluntad dominada por una atención fluida, ligera y sobre todo, manipulada. Atender es solo estar dispuesto a prestar atención al nuevo mensaje o actualización. Secuencias cortas, máxima atención para luego dispersarse. Los estímulos han cambiado, ya no van de dentro hacia fuera, sino por una pantalla que bombardea información y para colmo de males, nos hace creer que estamos informados. La mayoría, como toda persona enferma, cree tener el control y el de sus hijos sobre las condiciones y los términos de uso de las aplicaciones. Es una cuestión del deseo, escasea el deseo como fuerza o proceso. Nos estamos quedando sin motor.