"La humanidad debería ser
cautelosa en la búsqueda de contacto con civilizaciones alienígenas. Encontrar
una civilización avanzada podría ser como cuando los nativos americanos se
encontraron con Colón. Aquello no salió nada bien".
Stephen Hawking
El interrogante nos persigue hace
décadas. Por un lado, creemos que existen, pero como sucede con los símbolos
religiosos, nadie los ha visto nunca. Bueno, algunos dicen haber visto señales
de los símbolos religiosos, de ahí que se monten grandes negocios como Lourdes
o Fátima, pero eso es de otra historia. Volvamos
a ellos, a quienes respetamos y tememos por considerarlos de avanzada, pero la
mayoría de las veces los caracterizamos como una genial caricatura babosa y de
colores chillones. Sí, son los extraterrestres y el siempre existente temor de
que nos invadan. Y hoy, temo por primera vez, que visto lo visto en nuestras
sociedades, si nos invaden, nos hacen mierda, perdón por el exabrupto.
Los vemos como una deformación,
aunque los consideramos superiores tanto en espiritualidad, tecnología o en
artes de destrucción. Los vemos superiores, pero son feos de cojones. Somos
raros a la hora de manifestar nuestros miedos. Oramos a un señor tal, pidiendo
perdón por nuestros pecados, para estar libre de ellos, y volver a acumularlos.
Perdón, otra vez me desvió hacia la religión, será que lo religioso y lo
extraterrestre representen los miedos que se posan frente a nuestros espejos a
la hora de comprobar los viejos y eternos vicios del ser humano.
La cuestión es que las películas
sobre extraterrestres siguen fascinando. Ahora les compiten los zombis, pero
ese también es otro tema. Yo a todos los temas los veo hilvanados, sabrán
disculpar este día aciago de escritura. Los zombis no necesitan estar pálidos o
muertos, ni caminar oxidados, denles un móvil con conexión a internet y verán
de donde pudo salir la idea de los muertos revividos. Volvamos a los
extraterrestres: En casi todas las situaciones, se trata de fuerzas deformes y
horrendas, ansiando destruir o dominar la faz de la tierra, raptarnos o
secuestrarnos como bárbaros, experimentar con nosotros, someternos y apuntarnos
sin ninguna piedad con sus horribles rayos destructores. Un segundo, ¿eso hacen
los extraterrestres? ¿Y los hombres, que le hacen a los hombres mientras tanto?
Y si nos invaden, y piden que se
acerque una comitiva que nos represente, ¿a quién enviamos? ¿A Donald Trump,
Putin, Maduro, Cristina K, Berlusconi, Rajoy, Maradona, los Manolos, Cristiano
Ronaldo, Theresa May, Homer Simpson, algún finalista de Gran Hermano, algún
gobernador autonómico, algún indignado, un delegado sindical con chale adosado,
algún casto representante de la iglesia, algún teleoperador de atención al
cliente, al jefe de policía de algún barrio marginal? Menudos representantes,
pensarán los bárbaros alienígenas. Supongo que ahí nos aniquilan, o peor, nos
dejan solos frente a nuestros reflejos para que sigamos confundidos en
llamarnos raza superior. Menuda panda de representados tenemos!!
Pongamos el caso que se detengan a
observar nuestras bitácoras. Uff, espero que no miren nuestras redes sociales.
Porque se darán cuenta de un extraño fenómeno autista, quizás único en el
universo. Tenemos amigos por doquier, pero cuando nos contradicen dejan de ser
amigos o tenemos la posibilidad de esconderlos y no seguirlos (aviso que tengo
más de diez en ese congelador). Y de tantos amigos que tenemos, a más de
trescientos no le vemos las caras hace años. Eso sí, cuando la red nos avisa de
su cumple, le deseamos el mejor día de su existencia. Pero si los habitantes de
otras galaxias observan los muros de nuestras redes sociales, verán mucha queja
y mucha militancia, eso sí, militancia de living-room. Afiliados a la queja
eterna, al cambio ya de vida, pero generalmente que cambie el otro, yo estoy
para quejarme y denunciarte, llegado el caso bloquearte y eliminarte, glup,
como dicen que hacen los marcianos.
Y si se especializan en el arte de
dominarnos, se encontrarán con un fenómeno curioso: la gente no se concentra,
vive con la mente dispersa, con la vista clavada en su móvil esperando un
wassap o una actualización
de última hora o un me gusta que no
nos han envíado. Los humanos sabemos si con una tilde ha salido mi mensaje, si
con dos lo han recibido, si se pone celesta la tilde que lo han leído, pero a
pesar de tanta supuesta inteligencia, seguimos en el fondo tan incomunicados:
¿Qué deben experimentar con nosotros los marcianos que no hayamos fracasado
nosotros en experimentar?
Y si espían a los niños, se
encontrarán que estos no pueden con sus almas para afrontar las cinco o siete
actividades extraescolares a las que los apuntan semanalmente. Van de la
escuela a un curso, no paran en todo el día pero no tienen paz, todo el tiempo
demandan más entretenimiento, exigen emoción sin reflexión, se aburren todo el
rato. Verán a las nuevas generaciones hiperactivas e hiperfrustradas, pero más
le conmoverá ver a sus padres agotados o histéricos, que a veces de gritos y
corridas permanentes, solo buscan el bienestar psíquico de sus proles. Los
invasores no podrán creer como hablan todo el día los padres de sus hijos, así
no hay tortura que valga.
Y se ruborizarán cuando vean lo
obtuso que podemos ser. Discusiones de derechas o de izquierdas, menudos
paletos los terrícolas. Que el tuyo roba más, que el tuyo representa al
imperialismo, que ustedes fomentan el capitalismo, que tu comunista veranea en
otras playas, que los líderes socialistas solo piensan en los pobres y
oprimidos al revés que la banca y empresariado que solo piensan en dinero, que
algunos de los que te retan o sermonean porque deseas a una mujer o un hombre, son capaces de abusar de niños o
niñas, que el hombre mantiene sometida a la mujer, que no se respeta el cupo de
la igualdad, que no nos roben el supuesto estado de bienestar, que no al
consumo de carne, que la tierra es de los aborígenes y que se la robamos. Y en los reclamos parece que es un problema que nos llena de vergüenza, pero: ¿hicimos o hacemos algo para remediarlo?, más allá de copiar algún recorte ideo-lógicamente afín o exigir desde la comodidad del sillón o la versatilidad de la tablet que el mundo sea, ahora sí más justo.
Y los extraterrestres se encontrarán
con una verdadera sorpresa al sojuzgarnos. Les preguntaremos sin contemplación
cuáles son sus intenciones. La pregunta vendrá de la misma raza que cada diez
años ve como se ofrecen blanqueos para regularizar su patrimonio oculto, vamos,
en negro. La raza que miente más de doscientas veces al día -según
estadísticas- querrá saber la verdad. Querremos saber la verdad de su venida a
la tierra, clamaremos en redes sociales, propiciando un apagón simbólico para
salvar al planeta. Querrán salvar el valor de la verdad gran parte de una raza
que suele llevar una doble vida, ya sea patrimonial, sexual o de valores. "El pueblo unido jamás será
vencido" aparecerán memes con las imágenes de la Revolución Francesa, la
gesta de mayo, la guerra de la independencia. Van a flipar los marcianos, van a
ver por primera vez a un gatito en movimiento con una frase cursi manteniendo
hipnotizado a los terrícolas, y no solo eso: retuiteandolo!!
¿Nos pondremos de acuerdo en la
cantidad de extraños invasores? Espero que no hagamos lo mismo que con nuestras
estadísticas. Si fueron seis millones de muertos, si fueron treinta mil
desaparecidos, si fue o no un genocidio, si la violencia sexista es de un solo
género, si hay tantos o tan pocos pobres, si responde o no responde a las
expectativas, si maltratamos a los animales, si cobramos en negro o en blanco,
si comemos carne de cerdo dependiendo las religiones, si pide perdón, si nos
sometieron a costa de nuestra independencia, si se cumplen los derechos
humanos. Uff, que tema estoy tocando. Maldito día para pensar que nos pueden
invadir seres perversos.
¿Y qué pasa si llegan a invadirnos
el mismo día que asume la presidencia de la democracia "más fuerte"
de nuestro planeta, un tal Donald Trump? Se darán cuenta que el hombre más
fuerte del planeta, al que votaron 62.979.879 habitantes estadounidenses, parece idiota. Ojo, idiota pero con millones, eso nos obliga
a cuestionarnos a los listos que injustamente parecemos idiotas -por ejemplo
este escribiente- y no sabemos ganarnos el mango. Y se codearán los invasores
de azorados, al escuchar de Trump la
remanida frase terrícola de que el mal anida afuera y no adentro, que los malos
son aquellos y no nosotros, que con un simple discurso sin argumentos,
vitoreamos con efervescencia demente que hemos de ser nuevamente grandes, como nuestra
historia lo demanda. Verá que si estamos a favor, somos buenos, si tenemos
dudas o cuestionamientos, estamos pagos por las fuerzas malignas. Clichés,
frases trilladas, amenazas, retórica sin sustento, bravuconadas, todo eso sale
de nuestras bocas. Alguno que grita en
un púlpito de plasma que generará dos millones de puestos de trabajo y que la
gente va y lo vota, guuua, estos terrícolas son mas idiotas de lo que
pensábamos, ¡Guarden los láser, a estos los someteremos con espejitos de
colores!
Es verdad que si los marcianos son
seres justos, comprobarán que en la tierra hay mucha gente de bien, bastante
adelantos y progresos a pesar del retroceso. ¡Al fin, alguien que lo observe!
El problema puede ser que siempre nos gobiernan gente con malos intereses, o
que resulte que los que gobiernen sean a escala, lo que parte de nosotros
seríamos en la confusión mareante de acceder al poder. Y también es verdad que
queremos decencia en el poder, pero cuando la hay-pocas excepciones en
realidad-, le damos la espalda al comprobar la adversidad de ser decente y
vemos como los componentes notables de nuestra sociedad, los despellejan ante
nuestra mirada de costado, dominada por el miedo. La canallada retoma el poder del sistema, el decente sucumbe ante su idealismo y los que vieron el aire nuevo del cambio, lo llamaran blando o pusilánime. Veinte años después, el día de su muerte, el país llorará al gran demócrata de ideales firmes, pero el tío ya habrá palmado, el homenaje no debe ser para él, sino para los cobardes que le dieron la espalda y ahora lavan sus culpas. Los marcianos convendrán que
la atmósfera de este planeta dificulta la práctica de la honestidad.
Pero a pesar de tantos
contratiempos, los humanos somos contestatarios y perseverantes en nuestros
ideales. Por eso se amedrentarán cuando los ciudadanos nobles les exijan
respeto en ciento cuarenta caracteres. Del susto, apenas alcanzaríamos a ver en
directo y en HD, como recularía esa extraña zarpa alienígena, retornando a la
nave galáctica y marchando a velocidad luz. Se festejaría en exceso -comidas,
bebidas, drogas, sexo, discursos, pulsos, fuegos de artificio-, nos abrazaríamos
la raza toda, quizás para volver a ver al día siguiente, como nos desangramos
por tratar de definir el concepto de diversidad, aceparla y tolerarla. Por
suerte, muchos científicos afirman que los extraterrestres no vendrán a
invadirnos, lo que nos da el aire suficiente para seguir tratando de mejorar
esta única especie de momento conocida. Porque como diría la abuela,
"mejor malo conocido...."
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