“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven…”
José Saramago en “Ensayo sobre la ceguera”.
José Saramago nos advirtió con una brillante metáfora que nos impresionó pero no nos terminó de lastimar, conmover o doler. La humanidad es ciega y el ser humano habita una ciénaga infinita. Se moviliza por sensaciones, sentimientos, impulsos o instintos. Pero poco utiliza la confirmación de las percepciones y su razonamiento. Cúmulo de turbulencias imposibilita tantas veces a las personas videntes el poder ver. Muchos ojeadores cierran los ojos a la mas profunda oscuridad mientras que los que son ciegos de nacimiento se apoyan en los demás sentidos para intentar ver. Unos y otros no logran disipar la neblina que conforman muchas de las mentiras de la civilización. Paradójicamente en esa ceguera todo se analiza sobre un “punto de vista”, con “una vista previa” y otras redundancias.