“Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones”.
Jorge Luis Borges, en “Ficciones”.
Me sorprende que haya gente que sonría cuando me ve caminando por la calle mientras leo. Para ellos seré una especie de friki. Pero no les sorprende ni irrita ver a toda esa marea de seres humanos que te llevan por delante por mirar el teléfono móvil sin estar atentos por donde caminan. Aún no me he chocado con nadie ni me he tropezado con farolas o cestos de residuos. Pero al levantar la vista de mi lectura, encuentro algunas de esas sonrisas o miradas de arrobo. Internet revolucionó la forma en que prestamos atención en el mundo de hoy. La expresión fija en las pantallas es repetitiva en la mayoría de los transeúntes o pasajeros de medios de transporte público. La atención es un bien escaso en esta época moderna, de supuesta conexión y fluida comunicación. En realidad, esta sociedad de la distracción parece, en verdad, desconectada.