“El nacionalismo no sólo no desaprueba las atrocidades cometidas por su propio lado, sino que tiene una extraordinaria capacidad para ni siquiera oír hablar de ellas”.
George Orwell
Ciento quince años atrás fue considerado el inicio de la civilización del futuro, el fin del desempleo y el remate al capitalismo. La vieja, fracasada, incompetente y caduca sociedad burguesa e imperialista rusa dejaba paso al nuevo hombre, una sociedad más justa y mejor repartida y con una producción al servicio de las verdaderas necesidades humanas, incluido la paz. 115 años han pasado y aún no nos ponemos de acuerdo en sus resultados. Para muchos, aunque me cueste creerlo, sigue siendo la eterna opción del hombre nuevo y mejor sistema. Para tantos fue otra de las revoluciones inconclusas que debió llamarse “golpe de estado” y que propició el nacimiento de una nación que fundó sus bases sobre el terror y la muerte. ¿Futuro o uno de los sucesos más trágicos de ya un trágico siglo XX?