“Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”.
Edmund Burke, escritor y político irlandés, padre del liberalismo
Si necesito escribir algo que se vea preciosista, tal vez signifique en realidad no tenga mucho para contar. El estilo literario parece ser un cliché, y me ha llevado muchos años el sentirme un impostor. Si busco la emoción y me leen, no me agrada. Me puedo sentir un farsante por tener que recurrir a lo trillado de lo que cada lector quiera escuchar. Por aquí va a aparecer el tema de hoy, si eres un autor trillado, que exalta los sentimientos fáciles de copiar, te llamarán “Corín Tellado”. Si eres una pluma personal y te sumerges en temas muy personales, algunos te dirán escritor cercano o preciosista y otros te reclamarán menos oportunismo por tantos lugares comunes. Y cuidando mi manera de comunicarme en este blog con los sexos -parece que cada día hay algunos más- me topo con el término “cipotudo” que rápidamente me viene a colación con mi argentino “pelotudo” y con el sexismo del “machirulo”. Ahí vamos.