“Filosofar no es otra cosa que disponerse a la muerte”
Cicerón.
Quizás, llegar a viejo
sería más llevadero
más confortable
más duradero
El siglo XX nos permitió mejorar nuestra esperanza de vida, alcanzando sin dificultad una nueva cota de treinta años más, aproximadamente. Esta estadística se refleja en la mayor duración de las etapas de madurez y vejez y sobre todo, la posibilidad cierta de transitar esos años en una buena condición física o mental. Renacer envejeciendo parece ser la consigna, y se puede encarar, si el cuerpo y la mente acompañan, fijando metas y luchando por proyectos. De esta manera, algunas personas logran romper la hegemonía de una resignación por la edad a la necesidad de una rebelión. Se procura vivir la vejez como parte de la vida y ya no una triste espera al descanso final. Pertenecer en la luz trata de imponerse a las tinieblas de la invisibilidad.